Al viejo estilo del Partido Revolucionario Institucional, usando todas las artimañas como la compra de votos que se hizo presente (documentado en redes sociales), y con todo el aparato de Estado trabajando a su favor, y hasta los gobernadores metieron las manos, el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se impuso en el estado de México en lo que representa el parteaguas de lo que será la elección presidencial, y desde ahora se puede avizorar que no la tendrá fácil para retener la presidencia de la República, pues los números cuentan en cada proceso electoral y no triunfaron por un amplio margen a como lo esperaban.
Mientras que los morenistas están eufóricos porque le arrebataron la joya de la corona al Partido Revolucionario Institucional que junto con Acción Nacional y de la Revolución Democrática conformaron una alianza electoral y que perdieron la gubernatura, en realidad habría que volver los ojos a las cifras, a las estadísticas para entender que esta fue una elección muy costosa para el partido gobernante, porque si bien el objetivo era ganar a costa de lo que fuera, porque si arrebataban el estado de México al grupo Atlacomulco uno de los más poderosos del país política y económicamente para acabar con la hegemonía priista, también pueden ganar la presidencia de la República, esta fue una elección muy costosa para el gobierno de la República que pregona una falsa austeridad republicana, porque a pesar de que se metieron con todo, con la coacción del voto hacia las personas que están en los programas sociales, la compra de votos de sus operadores electorales, la política del miedo porque el abstencionismo los favorecía a como ya se vio, y la intromisión de varios gobernadores que sin respetar la ley electoral, como el de Puebla, Veracruz, Michoacán, Guerrero y Tabasco, entre otros que se detectaron, se metieron, enviando a sus operadores a ayudar a Delfina Gómez con la compra de los votos, éste ha sido uno de los triunfos más caros, como también les resultará muy caro volver a ganar la presidencia de la República, porque la oposición si realmente trabaja a conciencia, si realmente toma en cuenta a la sociedad civil dejando de lado sus intereses personales para privilegiar los intereses de la población, estaremos presenciando una campaña muy parejera entre el candidato oficialista y el que postule la oposición en su conjunto, donde el factor
decisivo para el triunfo electoral, correrá a cargo de los electores, pues está visto que si la ciudadanía sale a votar copiosamente hacen ganar al candidato de su preferencia, y el gobierno pese a todo lo que haga difícilmente puede hacer ganar a su candidato, pero cuando el abstencionismo es alto a como pasó en el estado de México donde el 52 por ciento del total de 12 millones 500 mil electores no salieron a votar, los resultados ahí están a la vista de todos.
Si bien es cierto que por tratarse de la joya de la corona el partido oficial hace aspaviento, festeja que derrotó al partido y al grupo que durante décadas gobernaron ese estado, y que ahora habrá bonanza, no menos significativo fue el triunfo de la alianza electoral conformada por el PRI, PAN y PRD en el estado de Coahuila donde a Morena le dieron una garrotiza, ahí perdieron en forma estrepitosa, casi tres a uno, lo que marca el otro parámetro de una contienda electoral, porque fue indudable que la oposición realizó una buena selección del candidato en la persona de Manolo Jiménez, y por otra parte, el mal candidato que seleccionó y postuló Morena, Armando Guadiana, que contribuyó al rompimiento con los partidos aliados que postularon sus candidatos y que de último momento intentaron recomponer, pero les falló, y la derrota no se hizo esperar.
A partir de la elección del domingo en el estado de México donde se puso a prueba todas las marrullerías que es capaz de realizar el gobierno federal que encabeza el presidente de la República, utilizando el aparato de Estado, los programas sociales, millones y millones de pesos para la compra de votos, la intromisión de los gobernadores, y violando la leyes sin pudor para triunfar al costo de lo que sea, aunque haya sido la elección más costosa, donde los votos valieron oro, inicia la sucesión interna en Morena para elegir al candidato presidencial, donde el gran elector, el dedo divino que reedita lo más rancio y nefasto del PRI, es Andrés Manuel López Obrador, el que decidirá quien de los cuatro aspirantes, Claudia Sheinbaum Pardo, Marcelo Ebrard Cassaubon, Ricardo Monreal Avila o Adán Augusto López Hernández, será el candidato presidencial de Morena que pueda darle continuidad a los proyectos de López Obrador establecido en la cuarta Transformación que en realidad es una Transformación de Cuarta, aunque nunca segundas partes fueron buenas, y si finalmente una vez que ese candidato gana la contienda electoral y se siente en la silla presidencial como un embrujo termina rompiendo con su antecesor, quien fue el que lo nominó. Ya veremos si López logra contrarrestar el efecto de ese embrujo y no termina de las greñas con quien decida que sea el candidato presidencial de su partido.
Los números electorales son fríos, por eso a pesar del triunfo electoral de Morena en la joya de la corona que representó el estado de México donde existen doce millones y medio de votantes, de los cuales menos de la mitad participó en la jornada electoral del domingo, que contrasta con el número de votantes del estado de Coahuila con cerca de dos millones trescientos mil votantes, donde la participación alcanzó el 53 por ciento de la votación, conviene revisar los números finales para darse cuenta que a pesar de la euforia que prevalece en el partido oficial cuya votación en relación en relación con la elección de 2018 cuando arrasaron, cayó drásticamente, ha venido a la baja, lo que se vio reflejado en el 2021 con la perdida de cerca de 56 diputaciones federales, y si se toma en cuenta que el presidente de la República, ya no aparecerá en las boletas electorales y que es el que arrastra el mayor número de electores, Morena, si no se cohesiona, si a esto se le agrega un posible rompimiento de alguno de los aspirantes presidenciales que no salga favorecido, y la oposición en su conjunto, aprende la lección del domingo en el estado de México, y logra sacar un buen candidato con el apoyo de la sociedad civil, Morena puede perder
En la antesala de la elección presidencial, y esta apreciación no es solo buenos deseos, especulación o una simple conjetura, sino que hay que apreciar fríamente los números para ver la realidad, en la elección del pasado domingo, Morena Obtuvo en Coahuila 279 mil 894 votos y en el estado de México con alianza del PT y Verde Ecologista obtuvo, 3 millones 268 mil 516 votos, haciendo un total de 3 millones 548 mil 410 votos, en tanto que la Alianza Va por México (PRI, PAN, PRD), obtuvo en Coahuila 741 mil 731 votos y en el estado de México su votación fue de, 2 millones 752 mil 330 votos, haciendo un total de 3 millones 494 mil 061 votos.
La votación total de Morena y sus aliados PT y PVEM es de 3 millones 548 mil 410 votos que representa un total del 47.66 por ciento del total de la votación, mientras que la alianza Va por México (PRI, PAN, PRD) con una votación total de 3 millones 494 mil 061 votos representa el 46.93 por ciento del total de la votación por lo que la diferencia entre Morena con la alianza se reduce a 0.73 por ciento de la votación, lo que no es difícil de superar si se toma en cuenta que Morena para ganar echó mano de todos los recursos económicos que tuvo en sus manos, de los programas sociales, de los gobernadores, presidentes municipales, diputados federales y Senadores, así como de funcionarios públicos de los tres niveles de gobierno y como en el caso del estado de México, le doblaron las manos a Alfredo del Mazo con la corrupción que le descubrieron en su gobierno, entonces no es tan descabellado que la oposición si realmente toma en cuenta a la sociedad civil para postular al mejor candidato a la presidencia pueden lograr lo parece imposible por otros factores que se puede presentar en el partido oficial que como ya se ve su votación se va desplomando.
Y los de Morena con el triunfo en el estado de México pueden seguir en la borrachera de que en el 24 su candidato presidencial la tendrá fácil, pero no es así, todavía falta ver la prueba de fuego del presidente de la República al inclinar
la balanza hacia cualquiera de los cuatro contendientes, si no se presenta una fractura al interior, si esa decisión no genera inconformidad que termine en una renuncia, porque los punteros de acuerdo a las encuestas y la opinión de analistas políticos son: Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard por lo que se supone que de entre ellos dos saldrá el candidato presidencial, pero que pasaría, si el presidente Andrés Manuel López Obrador pecando de soberbio y arrogante decide que no será ninguno de los dos y que el candidato presidencial, el mas malo de los cuatro, el que va bien abajo en la preferencia electoral, Adán Augusto López debe de ser el candidato presidencial, ¿provocaría un rompimiento o lograría mantener la cohesión?.
Para algunos analistas políticos Andrés Manuel López Obrador es impredecible, para otros es un hombre terco y arrogante que cuando decide algo, así lo hace si importar las consecuencias, para Andrés la elección del estado de México es un ensayo de lo que viene, ya se dio cuenta de cual fue el resultado utilizando el aparato de estado y cree que con esa fuerza es capaz de ganar la contienda presidencial, sin reparar en sus consecuencias.
El presidente de la República sabe, conoce, que por escaso margen de votación ganaron el estado de México, que no fue abrumadora la votación a como esperaban para ellos, pese a toda la estructura electoral que se utilizó, que además le inyectaron millones y millones de pesos, pero el resultado se vio y cree que por ese triunfo y por el poder de convocatoria que tiene dentro de su partido y con su propia popularidad puede imponer al mas débil de sus corcholatas, al menos va a intentar imponerlo, falta que los otros se dejen y lo acepten, por lo que si logra ese paso, cree que con todo el poder del Estado, y él detrás de la contienda puede hacer ganar en la elección constitucional de 2024 a su candidato, así sea el más débil, en claro menosprecio a lo que puede pensar esa sociedad civil que ya se movió su poder de convocatoria y movilización en defensa del INE, y que sin duda será un factor decisivo en 2024, siempre y cuando los opositores lo sepan aprovechar y que así como se movilizó esa sociedad puede salir a votar para dar el gran viraje.
El presidente cree que con la fuerza de su gobierno, y con su alta popularidad, si nomina como el candidato presidencial al más débil de las corcholatas lo puede hacer ganar, y esa corcholata mas débil es Adán Augusto López Hernández, que algunos analistas ya lo ven como un relleno, pero que no conocen como piensa, como actúa, muchas veces por impulso y que le gusta imponer su voluntad, por lo que habría que analizar todos los posibles escenarios que está pasando por la cabecita blanca del presidente para poder decidir a quien de sus corcholatas le dará la bendición para que sea el candidato presidencial, porque a pesar de que siga que serán las encuestas que definirá al candidato, hay que leerlo al revés, como un viejo militante del PRI que ha reeditado el pasado, de allí que a muchos podría sorprenderles que el menos posicionado, el mas antipático resulte el agraciado, el elegido, total como en el pasado, cuando el PRI era fuerte el mismo AMLO decía que si el tricolor postulaba una vaca, esa vaca ganaba, por eso no es descabellado su reedición en Morena que postule al mas débil, al más antipático, al que carece de liderazgo, total que él con el poder en sus manos y su alta aceptación entre la población lo puede hacer ganar, pero todo está por verse, porque después de López Obrador, nadie, pero nadie, en Morena tiene un liderazgo comparado a la de él, que le otorgue un triunfo holgado, ni siquiera el otro López es garantía, además que está comprobado que cuando AMLO no aparece en la boleta electoral se desploma la votación de ese partido.
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