viernes, 24 de junio de 2022

UN GOBIERNO FALLIDO

 


El asesinato de dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas en la sierra Tarahumara de Chihuahua que ha merecido una condena nacional y se dice que México está sangrando por el derramamiento de sangre inocente a manos de la delincuencia organizada, ha servido para demostrar que el plan-si es que realmente existe-del presidente de la República para acabar con este flagelo ha resultado un profundo fracaso.

Si se cuestiona acremente al gobierno del ex-presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, porque inició una guerra contra los carteles de la droga que ocasionó la muerte de miles de personas en el país y la fragmentación de estos carteles que se volvió como una hidra de mil cabezas, pues en vez de desaparecer se multiplicaron en grupos, no menos cuestionable resulta ser el gobierno del presidente, Andrés Manuel López Obrador que bajo la arenga de “abrazos, no balazos” y que el mal había que atacarlo desde sus orígenes porque no se podía combatir “la violencia con violencia” ha resultado un rotundo fracaso, porque a pesar de que no encabeza una guerra contra el narcotráfico, sino actúa en forma complaciente, se ha triplicado el número de homicidios violentos, lo que es un indicativo, de que su plan de seguridad, si es que realmente existe ha fracasado y se debe de implementar otro esquema de seguridad por el bien del país, pero el propio presidente de la República, terco obcecado, y necio como ha sido toda su vida,  no escucha de razones, y prefiere encerrarse en su obstinación de que su plan si marcha bien porque se están atacando las causas y no sus efectos, y que solo los conservadores, fifís,  y enemigos de su gobierno lo ven mal, mientras que México se desangra por la sangre derramada de tantos inocentes a manos de la delincuencia organizada que sigue sembrando el terror a lo largo y ancho del territorio mexicano, mientras que las fuerzas armadas, como el Ejército y La marina han sido maniatados y como maniquís no solamente se han convertido en espectadores , sino son exhibidos por los propios grupos delictivos como unos cobardes que no actúan y se agachan frente al enemigo, mientras estos se pavonean mostrando al país y al mundo su poder real con su armamento pesado.

La obligación constitucional de todo gobierno es garantizar la paz y la seguridad de todos los mexicanos, sin excepción, incluso, en caso extremo aplicar la fuerza del Estado para que la seguridad no se vulnere, en este caso contra la delincuencia organizada, pero cuando se cae en la permisividad, cuando se dice que también se cuida a los delincuentes porque también tienen derechos humanos, cuando ante los graves problemas de inseguridad que se están viviendo y la muerte de tantos inocentes y otro tanto, no tan inocentes, se cae en la indolencia, en la permisividad y se les minimiza porque según todo marcha bien, ese gobierno de cualquier tendencia política, está fallando a sus deberes constitucionales, está fallando a sus altas responsabilidades, porque hay algo más de fondo, y por eso es que dice, se argumenta, que este gobierno de Morena encabezado por el presidente de la República, que utiliza recetas caducas de los gobiernos de los años 70´s ha entrado en complicidad, con al menos un grupo de la alta delincuencia, creyendo que así se parará el derramamiento de sangre, pero están fragmentados que no obedecen a una sola causa, porque se multiplicaron las cabezas, como es el caso que se vive en este momento, y el resultado es fallido y por eso ese baño de sangre es imparable y muestra la incapacidad o complacencia de éste gobierno, que no ve, lo que la mayoría de las personas de este país están viendo, de que el gobierno de la Cuarta Transformación que encabeza López Obrador, está cojeando de unos de sus extremos, porque no ha podido o querido frenar la brutal inseguridad que se está viviendo, aunque más bien su programa de seguridad les ha fallado. 

Datos reales aportados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) o sea los datos son oficiales y no hay para donde hacerse, muestran la terrible realidad que se está viviendo en el país en materia de seguridad, pues el plan que supuestamente echó a andar al inicio de su sexenio- ya lleva casi cuatro años de gobierno-de combatir las causas y no los efectos no ha dado resultados pues hasta ahora, este gobierno de Morena lleva registrado121 mil 655 homicidios, triplicando el número de muertos en el sexenio de Calderón. 

Si nos atenemos a que durante el gobierno de Calderón que le declaró la guerra a los cárteles de la droga que causó la muerte de miles de personas y la condena del entonces líder opositor López Obrador para parar esa masacre, ¿cómo es que ahora sin guerra, sin soltar un solo balazo de la parte oficial, pues predomina “los abrazos y no balazos” las muertes dolosas se hayan incrementado sustancialmente?,  por eso el sexenio de López Obrador es considerado el más violento porque hay más muertes violentas que en el sexenio calderonista, más los que se acumulen en estos dos años  meses que le falta por concluir su mandato al presidente de México.

Las muertes de los sacerdotes Jesuitas, Joaquín Cesar Mora y Javier Campos, y del guía de turistas Pedro Eliodoro Palma Gutiérrez, a manos de un miembro de la delincuencia organizada en la comunidad de Cerocahui de la Sierra Tarahumara, Chihuahua, ha propiciado una condena mundial, incluyendo del papa, y la iglesia católica no se ha quedado callada exigiendo justicia, el Obispo Ramón Castro Castro, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano ha externado su pesar: México salpica sangre por tanta violencia, muertos, desaparecidos y extorsiones; los índices del crimen se han desbordado. ¿Cuantos asesinatos en México?, es la expresión de consternación que el papa Francisco nos dirige desde el dolor y sufrimiento que ha generado tanta violencia. Sí, cuanta violencia. Los Obispos como pastores queremos expresar de igual modo toda nuestra cercanía, y el profundo dolor que cargamos en nuestro corazón. Ahora como nunca el dolor de la cruz se vuelve más intenso por tanta sangre inocente derramada a lo largo y a lo ancho del país. Los índices de violencia y sus estructuras de muerte se han desbordado e instalado en nuestras comunidades, desfigurando a la persona humana y destruyendo la cultura de paz, una cultura de paz que nos hace hermanos. Al lado de nuestro pueblo esperamos una respuesta, a la altura de las circunstancias, por parte de las autoridades civiles en todos los niveles; es responsabilidad de quienes gobiernan procurar la justicia y favorecer la paz, la concordia, y la convivencia social. Esta realidad de violencia nos golpea, nuestro México está salpicando sangre de tantos muertos y desaparecidos, entre ellos 27 sacerdotes, incluidos los padres jesuitas que han sido asesinados por el crimen organizado, identificándose así con los miles de víctimas de nuestro pueblo que ha tenido este fin, junto con las decenas de miles de desaparecidos”.

Por su parte, en un foro organizado por la Arquidiócesis Primada de México, el sacerdote Juan Luis Carbajal, dijo lo siguiente: “México está sangrando; de ahí que pedimos y exigimos a los gobiernos, a quienes gobiernan, que más allá de sus discursos muchas veces llenos de demagogia, hagan esfuerzos visibles, auténticos, para luchar y erradicar la violencia; verdaderamente un llamado a quienes gobierna, que se toquen el corazón; basta de discursos que solo confrontan, basta de discursos que solo echan lumbre, que solo dividen, necesitamos discursos de reconciliación, necesitamos esfuerzos para crear cultura de paz¨.

Y mientras la mayoría de quienes viven en este país, están viendo que México se sigue bañando de sangre de personas inocentes que son asesinadas a manos de la delincuencia organizada, mientras la mayoría de los ciudadanos de este país están viendo que la inseguridad sigue avanzando en diferentes partes del territorio nacional, mientras a nivel internacional se observa que los carteles de la droga son intocables y que el programa de seguridad del gobierno de la Cuarta Transformación que encabeza López Obrador es un fracaso por el alto número de homicidios dolosos que ya superó el número de asesinatos del sexenio de Felipe Calderón, solamente el presidente que vive otra realidad, o no quiere ver la verdadera realidad que se está viviendo, dice y sostiene que su programa va bien, que es un éxito, porque se está atacando las causas de la delincuencia y no los efectos que está asentado en las zonas de pobreza, y que son los fifís, los conservadores, los reaccionarios, y los enemigos de su gobierno los que están viendo otra cosa, y que no cambiara su estrategia de seguridad, aunque la mayoría de los ciudadanos de México ya la ven como una estrategia fallida.

En realidad, López Obrador que ha copiado fielmente a los gobiernos priistas de los años 70´s y muchos de sus programas los ha puesto en funcionamientos aunque en el pasado no dieron resultados, empleo una falsa estrategia de seguridad. Se dice que en el pasado los gobiernos priistas para mantener tranquilo al país, para que no hubiera hechos de sangre realizaba pactos con las cabezas de los grupos de la delincuencia organizada que no eran arriba de cinco y estos a su vez que mantenían el control de sus zonas y de otros subgrupos menores, garantizaban mantener la tranquilidad del país; pero ese escenario cambio en el gobierno de Felipe Calderón, que inició una guerra con los carteles de la droga, logrando que algunas cabezas fueran a parar a la cárcel y otros más fueran abatidos por la Marina y el Ejercito, fragmentando a los carteles que a la vez se subdividieron creando otros grupos, es decir como la hidra de mil cabezas, lograron que cayeran cinco cabezas, pero a su vez nacieron más de quince cabezas, y bajo esa circunstancia se pulverizó el poder de las cinco cabezas de los carteles y ahora la lucha es a muerte entre ellos, por lo que cualquier gobierno que pacte con la cabeza de uno de los grupos, corre el riesgo que los otros grupos como están enfrentados fragmenten ese acuerdo con un baño se sangre en todo el país, y es lo que está pasando, si realmente el gobierno de López Obrador pacto con el cartel de los Chapos por debajo del agua, los grupos contrarios o enfrentados, han dinamitado el acuerdo y siguen bañando de sangre al país y el presidente hace como que ni ve, ni oye, el clamo de organizaciones sociales, de grupos políticos y sociedad civil que han dado la voz de alarma de que el país se sigue bañando de sangre mientras López Obrador tiene otros datos, que su programa de seguridad está dando resultados, de que todo va bien y que  no hay que preocuparse, cuando hasta en Estados Unidos ya hay preocupación por la dudosa actitud del gobierno mexicano que no levanta un solo dedo para combatir a los carteles de la droga y en cambio sostiene que su gobierno también está obligada a cuidar a los delincuentes porque tienen derechos humanos.

Durante su primer año de gobierno, Andrés Manuel López Obrador utilizó un discurso incendiario para culpar a los gobiernos anteriores de todos los males que se estaba viviendo, que eran los responsables de dejar en ruinas al gobierno que recibió, pero ya casi cumple cuatro años de gobierno y no deja de culpar a sus antecesores de ser los responsables de lo que sigue pasando en el país, y no asume la responsabilidad que le corresponde como gobernante, de que ha fracasando en el rubro de seguridad, y debe cambiar de estrategia.

Culpar en el primer año de su gobierno de todo lo malo que estaba pasando a sus antecesores le dio resultado, la población asumía como cierto sus dichos, pero después de cuatro años de seguir en lo mismo, es una vileza, es una falta de hombría para aceptar que su programa de seguridad es un fracaso. Ese programa de seguridad y la terquedad o necedad del presidente, terminarán por hundirlo y ojalá no lo utilice el gobierno de Estados Unidos en su contra una vez que deje de ser presidente. Que se vea en el espejo del ex-presidente guatemalteco que está preso en Estados Unidos donde está siendo juzgado por narcotráfico.

   

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