OJO VISOR
Jacinto López Cruz
Durante más de 30
años se constituyó en el más fuerte
líder opositor al sistema que gobernaba al país, enarbolando como
bandera política la lucha social de millones de familia que han vivido en la
pobreza extrema a quienes prometió mejores niveles de vida, y durante 18 años
buscó afanosamente la presidencia de la República, siempre argumentando que
conocía y que tenía la solución para los grandes problemas de la Nación hasta
que en el tercer intento por fin llegó a la ansiada silla del Palacio de
Gobierno.
30 millones de
mexicanos refrendaron su incondicional apoyo en las urnas electorales a Andrés
Manuel López Obrador para que se
convirtiera en uno de los presidentes de la República mexicana que llegó con
gran fuerza a la presidencia, porque prometió y el pueblo mexicanos esperanzado
creyó que realmente tenía la solución para todos los males que aquejan al país,
porque prometió muchas cosas, entre estas, acabar con la corrupción crómica que
asolaba y sigue azolando a los gobiernos
anteriores, y que fue precisamente uno de los detonadores por lo que millones
de mexicanos votaron por AMLO por un verdadero cambio, porque tuvieron plena
esperanza en que el país se transformaría y mejoraría sustancialmente, pero a
dos años de gobiernos ahora hay miles de seguidores de López Obrador, que han
abandonado el barco, y que ahora solo quieren que se vaya porque consideran que
está despedazando al país, aunque sus seguidores mejor conocidos como chairos,
todo lo vean color de rosa y no alcancen a analizar los pros y los contras del
gobierno federal que encabeza el originario
de Tepetitán, Macuspana.
Hay personas que
alaban y defienden la creación de los programas sociales como “sembrando vidas”
y “jóvenes del futuro” que se les
inyecta millones de pesos para quienes siembran arboles y jóvenes que se supone están aprendiendo un
oficio o actividad, pero cuando no hay
reglas de operación clara lo que pareciera una buena acción se transforma en un
acto de corrupción, por lo que a partir que termine el presente sexenio se verá
si realmente estos programas sirvieron para combatir el desempleo y sacar a los
jóvenes de la delincuencia o por el contrario se crearon parásitos sociales que
se acostumbraron a que papá gobierno los
mantenga o los subsidie, por lo que estos programas que en la practica buscaron
hacer el bien, finalmente terminaran siendo un fiasco y un nido de corrupción.
Habemos quienes
opinamos que a los más necesitados no hay que darle el pescado en la boca, sino
que hay que enseñarles cómo se pesca el pescado-válgame la redundancia-porque a
quien se le da el pescado en la boca, se le hace dependiente, se convierte en un
inútil que no sabe hacer nada, mas que estirar la mano para esperar el “apoyo
gubernamental”, aunque también este tipo de subsidio convierte al ciudadano en
autodependiente que en época electoral puede ser usado con facilidad para
sufragar por el partido del gobierno en el poder, a quien por medio del voto
debe agradecerles que lo apoyen y que el siguiente gobierno siga entregando
dichos apoyos.
Los programas
estrellas del presidente de la República han sido sometidos al fuego intenso
por los opositores que lo han visto como unido de corrupción, que no está
cumpliendo con los objetivos trazados, mientras que los chairos se sienten
satisfechos con estos apoyos.
Durante 18 años,
el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador se la pasó
cuestionando a los gobiernos priistas y panistas, argumentando que él tenia la
solución para todos los males del país y que si llegaba a ser presidente de la
República, las cosas cambiarían inmediatamente, se transformaría el país, se
supone que para bien, pero
desafortunadamente vamos a la
inversa, vak,os hacia atrás, porque las
recetas caducas del pasado que fueron aplicados en los gobiernos de Luis
Echeverría y José López Portillo representaron un rotundo fracaso, y ahora el
presidente los quiere revivir, cuando la modernidad indica que se deben
recurrir a nuevas rectas para estar a la altura de las circunstancias.
Varios hechos
demuestran, aunque los chairos se rasguen las vestiduras, de que las promesas
de campaña de Andrés Manuel, les dio un giro de 180 grados cuando llegó al
poder, y de que al pretender utilizar viejas recetas que representaron un
fracaso para intentar solucionar los actuales problemas, no llevan otro camino
mas que el fracaso.
Son muchas las
promesas de campaña que no se han cumplido, y quien sabe si se cumplirán, solo
mencionaré tres, prometió meter al Ejercito a los cuarteles y al contrario le
ha dado poder amplio, prometió bajar la gasolina y en este mes se incrementó el
precio, juró que no habría apagones de luz y el norte del país fue fiel testigo
de lo que pasó porque el presidente subyugado por el poder, por ese poder que
dijo que no lo iba absorber, pero que ya lo adsorbió, no escucha, ni oye a nadie.
OJITOS
El Senador de la
República, Dante Delgado Rennauro, quien en el pasado fuera amigo de Andrés
Manuel López Obrador y que ha marcado su distancia, desde hace un buen tiempo
le viene escribiendo algunas cartas donde le hace ver sus errores para ver si
recapacita, pero no, la indolencia no tiene límites. Va la carta:
“Andrés Manuel, lo
que le estás haciendo a la justicia es un acto de traición a la patria.
Francisco Bulnes escribió que “no es necesario tener a un hombre cinco o diez
años en la cárcel para aterrorizarlo, basta que sepa que lo pueden tener
preso a perpetuidad arbitrariamente o por seis meses, para doblegarlo y hacerlo
arrodillar ante el jefe político, y proclamarse el más discreto y obediente
de sus esclavos”. Andrés Manuel, presumes ser un estudioso de la historia y
con tristeza observo que sigues, al pie de la letra, los métodos del pasado.
Es por eso que, al leer a Bulnes, no puedo dejar de lamentar profundamente la
manera tan burda en que perviertes al Estado de Derecho para someterlo a tu
voluntad.
Para instaurar tu presidencia imperial tenías ya el control del Congreso, por
eso te propusiste lograr la captura del Poder Judicial que, de manera aberrante,
el PAN y PRI te entregaron.
Con la aprobación
de las reformas constitucionales a la prisión preventiva y al Poder Judicial,
que impusiste al Congreso, creaste mecanismos “legales” para colocar tu
voluntad por encima de la ley, para intimidar, controlar o castigar a quien
piense distinto a ti y a quienes tienen la obligación de impartir la justicia
en México. El 6 de diciembre de 2018 lograste, con tu mayoría parlamentaria y
con la complacencia de las dirigencias nacionales de PAN y PRI y sus legisladores,
la aprobación de la Reforma Constitucional al artículo 19, que amplía el
catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva, violentando derechos
humanos y concediendo al ministerio público, y al poder en turno, una
desproporcionada y perturbadora potestad para coartar el derecho a la libertad
y pisotear la presunción de inocencia.
Las implicaciones
de una reforma de esta naturaleza son devastadoras: sabes que no hay nada más
sagrado que la libertad y te adjudicaste el poder para encarcelar a cualquiera,
de manera injusta, sin elementos, ni razones legales, antes de que se realice
un juicio. Los ciudadanos perdieron el derecho a demostrar su inocencia en
libertad. Por un periodo de tiempo conveniente a tus intereses, cualquiera
puede ser encarcelado y, aunque sea liberado después de un proceso y una
sentencia absolutoria, la extorsión política sufrida y el daño a su reputación
serán irreparables. Es lamentable verte tan cerca de Porfirio Díaz y tan
lejos de Juárez.
Imagino, por ejemplo,
cómo se puede utilizar esta nueva y ahora legítima forma de presión para
intimidar a la oposición, para llevar a cabo vendettas personales contra
quienes se te opusieron o agraviaron en el pasado o, incluso, para obligar a
renunciar a gobernadores, alcaldes, magistrados o ministros de la Corte.
Esta es la terrible potestad que te obsequiaron los partidos de siempre, al
haber aceptado respaldar, por medio de negociaciones tradicionales, una
iniciativa que vulnera los derechos civiles y políticos de los ciudadanos, y
que les impide defenderse en libertad frente a falsas acusaciones. Me parece
terrible y absurdo que te hayan facilitado el abuso de poder de manera tan
ingenua, por decir lo menos.
Esto no fue suficiente para ti y avanzaste hacia tu siguiente objetivo: la
captura de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Tenías ya el control
del Poder Legislativo, así que decidiste atacar la autonomía del Poder
Judicial. La primera señal de sumisión la dio el ministro Arturo Zaldívar,
Presidente de la Corte, al avalar la consulta popular para decidir si se
enjuiciaba o no a los expresidentes. Lo hizo, primero, ignorando el hecho de
que la justicia no se consulta, se hace valer; y, segundo, ante lo deficiente
de tu solicitud, decidió hacerte la chamba y reformular la pregunta, en lugar
de aplicar la ley y desechar tu petición.
Siguió la reforma
constitucional al Poder Judicial, elaborada dentro de cuatro paredes por el
ministro presidente, sin consultarla con ministros, magistrados, jueces, ni especialistas
del derecho, pero sí avalada por ti. La reforma vulnera el principio de
división de poderes y violenta la justicia, porque termina de golpe con la
independencia de jueces, magistrados y los somete a un Consejo de la
Judicatura, controlado por ti, a través del presidente de la Corte y de
consejeros ajenos al Poder Judicial.
La reforma en sí,
representa un grave retroceso para la impartición de la justicia, y la forma
en que lograste su aprobación es un ejemplo más de cómo dominas las prácticas
del pasado. Simulas sustituir al viejo régimen, pero actúas de la misma
manera. El presidente de la Corte solicitó a dirigentes de partido,
legisladores, así como a gobernadores, que apoyaran la aprobación de la
Reforma Constitucional y, éstos últimos, sin conocerla de manera suficiente,
aceptaron, obsequiosa e ingenuamente, dar su aval, siguiendo la más
tradicional y sumisa de las formas.
Esta reforma, que
representa un verdadero acto de subordinación política y evidencía la falta
de claridad en el rumbo que se desea para la nación, fue aprobada por el
Senado, el 27 de noviembre pasado, gracias a que PRI y PAN —con cuatro
excepciones—, tomaron la decisión de ponerse a tu disposición.
Así, luchando en
el discurso y entregando en el Congreso, ¿cómo pretenden rescatar al Estado de
derecho? ¿Cómo van a salvar a México de la dictadura que con tanto ahínco
denuncian? Hablo del Estado de derecho que ya violentaste, en el que ingenua y
torpemente, sumaron votos quienes en el discurso se dicen oposición, pero en
los hechos han respaldado tus iniciativas para lastimar la división de poderes
y la justicia del país.
Recuerdo que el 1
de diciembre pasado, al cumplir dos años de gobierno, dijiste: “hoy se cuenta
con Estado de derecho”. Desde luego, es cierto, el que conviene para someter a
tus reales o imaginarios adversarios, el que diseñaste a conveniencia, el que
sirve a tus intereses, el que las fuerzas políticas tradicionales, que operan
por nota y sin partitura, te obsequiaron sin siquiera entenderlo. Espero seas
consciente que los héroes patrios, los personajes a los que haces referencia
en tus discursos por su compromiso republicano y su devoción por la
democracia, hoy estarían frente a ti, estarían combatiéndote.
Andrés Manuel, has incurrido en omisiones, errores y excesos imperdonables;
espero al menos tengas claro que lo que le estás haciendo a la justicia en México
es un acto de traición a la patria. De esto, la historia no te absolverá”.
Hasta ahí la carta.
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