viernes, 27 de marzo de 2015

UNA VISION SESGADA

Los hechos violentos suscitados el pasado miércoles en la explanada de la plaza de la Revolución de Tabasco 2000, donde en forma aparente un grupo de “indefensas” mujeres indígenas lidereados por el ex-diputado Julio César Alvarez de los Santos, fueron golpeados a placer por policías estatales, lo que ha causado la indignación y las descalificaciones de adversarios en contra del gobierno que encabeza Arturo Núñez, solo nos muestra la forma tendenciosa y sesgada de cómo se utiliza una información para causar el mayor daño posible, pero también nos demuestra, lo endeble del cerco de seguridad en torno al mandatario estatal en un evento público, casi indefenso ante una agresión que pudiera sufrir de parte de cualquier persona que llevara esas intenciones
Para entender lo que pasó en la Plaza de la Revolución de Tabasco 2000, hay que ubicar los hechos violentos en tres momentos, porque existen los  testimonios de personas que ahí estuvieron, incluso, de dos colegas periodistas con alto grado de credibilidad, así como de los respectivos videos como pruebas irrefutables de la forma en que inició la agresión, que fue manejada en forma sesgada o tendenciosa para culpar al mismo gobernador Núñez, de encabezar un gobierno represor y arbitrario, y para hacer aparecer a las “indefensas”  mujeres indígenas como “madres de la caridad perpetua” que no matan ni una mosca, cuando inicialmente, ellas fueron utilizadas  por Julio César Alvarez de los Santos (alias La Cochinita) como carne de cañón, para interrumpir un evento oficial donde se encontraba el mandatario estatal con delegados federales para entregar recursos económicos de la primera etapa de los programas de Concurrencia con Entidades Federativas, signado entre el gobierno federal y el estatal.
Desde hace dos sexenios, Julio César Alvarez de los Santos, que es un conocido vividor de la política, pues nunca en su vida ha trabajado, sino que se ha dedicado a medrar de la política, ya que incluso cuando Andrés Manuel López Obrador llamó a finales de 1994 a los diputados plurinominales del PRD a no protestar el cargo en el Congreso local, y Julio sí lo protestó por lo que fue  expulsado del PRD con otros legisladores, fraguó un suculento negocio con  la  construcción de una planta maquiladora de prendas de vestir, de uniformes  escolares y la manufactura del curtido de cuero y calzado en una de las zonas indígenas de Macuspana, para lo cual organizó a un grupo de mujeres, a quienes religiosamente los pasa a la “pesa” con su cooperación semanal para sufragar los gastos de los viajes para las gestiones que se tienen que realizar en Villahermosa y México.
Desde el gobierno de Andrés Granier, cuyo secretario de Gobierno, Humberto Mayans documentó el historial conflictivo y delictivo de Julio César Alvarez de los Santos, cuya actitud violenta lo utiliza como arma de presión para obtener prebendas, se llegó a la conclusión que no era factible la construcción de una maquiladora en Macuspana porque las condiciones no eran propicias, pero sobre todo, porque todo lo quería gratis, sin el mayor esfuerzo, no tenían un terreno para la construcción y cuando un particular lo aportó, Julio exigió al gobierno de Granier que comprar las dos hectáreas de terreno, se construyera la nave, se les diera a título gratuito la maquinaria que se requería, que todo estuviera a su nombre como apoderado legal de la organización “México Despierta” y donde las mujeres serían una especie de sus trabajadoras, pero que además, el gobierno estatal se comprometiera a que todos los uniformes escolares que confeccionaran, todas las prendas médicas como batas, se los tenía que comprar a su empresa, lo que representaría un negocio redondo para el ex-diputado local.
Con todos estos antecedentes, el gobierno granierista pesen a que existía  una recomendación presidencial para buscar una posible solución a la maquiladora, optó por darle largas  al asunto porque era inviable, ya que que Julio César Alvarez, quien siempre ha utilizado a las mujeres como carne de cañón, exigía que el gobierno estatal les diera todo gratuitamente, sin que su organización pusiera un solo peso a cambio, y bajo esas circunstancias ningún gobierno se avienta un paquete de esta naturaleza, más en estos tiempos en que los recursos económicos están restringidos. Aún bajo esas circunstancias el entonces gobernador Andrés Granier lo apoyó económicamente, dinero que obviamente fue a parar a su bolsillo, pues las mujeres siguieron y siguen aportando su “cuota voluntaria” para las gestiones que realiza.
Con la llegada del gobierno que encabeza Arturo Núñez, Julio César Alvarez Santos volvió a la cargada, realizó marchas, plantones, se metió al Congreso del estado exigiendo a los diputados su intervención para la solución de su maquiladora, su “negocio”, y pese a las atenciones de dependencias como SEDET, donde se le plantearon y hasta le pagaron la realización de un proyecto de inversión para que se apegara a la normatividad porque los recursos económicos no se pueden entregar a la mano, Julio César Alvarez de los Santos que en realidad le gusta el dinero fácil, vio la oportunidad de realizar una huelga de hambre como medida de presión en contra del gobierno, porque supuestamente no le solucionan el asunto de su maquiladora y se plantó con las mujeres en el Centro Administrativo donde se localiza la SEDET.
Julio César Alvarez quiere que el gobierno aporte todos los recursos económicos para comprar el terreno, para construir la nave, las máquinas para maquilar, todo a nombre de él sin que su organización aporte un solo peso, por eso no le interesa apegarse a la normatividad y seguir el proceso para obtener los recursos económicos que conlleva una responsabilidad, y por eso bajo presiones ha querido ablandar al gobierno nuñista, pero se equivocó.
En líneas arriba escribí que hay tres momentos del zafarrancho que se presentó en la Plaza de la Revolución de Tabasco 2000 donde se realizaba un evento oficial encabezado por el gobernador y delegados federales, donde los testimonios de los colegas periodistas, con mucha credibilidad, como Lorena del Carmen Hernández Solís y Manuel García Javier no dejan lugar a dudas que la agresión artera en contra del gobernador, porque fue a él a quien increparon hasta con insultos otras vulgaridades, fue realizado en forma premeditada por Julio César Alvarez de los Santos, quien encabezó a las mujeres indígenas y las utilizó como carne de cañón.
De acuerdo a los testimonios de los colegas periodistas, mientras se realizaba el acto oficial frente al ayuntamiento de Centro, una veintena de mujeres que estaban del lado del Centro Administrativo se desplazaron con Julio Alvarez  hasta el lugar, entrando por los cuatro costados y gritando improperios, pero antes quitaron varias  maderas que sostenían algunas mamparas para hacerlas de garrote, con las que se abrieron paso entre la multitud, golpeando a algunas personas y tratando de subirse al pódium donde se encontraba el gobernador y los delegados federales, aprovechando que el grupo de logística estaba disperso, lo que incluso llevó a la delegada de Gobernación, Liliana Díaz, a pedirle a su  fotógrafa que documentara todo el incidente.   
La actitud soez y grosera de las mujeres se centró en el gobernador, a quien le exigían a gritos cumplirle con su maquiladora por lo que  finalmente y con justa razón el mandatario se dirigió a ellas para externarles que: “con estos actos como el de hoy no tiene ningún apoyo del gobierno del estado, el gobierno del estado a presión no responde, y ese no es su función, de hacer maquila, de acuerdo?. Y si andan con Julio César Alvarez de los Santos que es un vival, menos, que no ande interrumpiendo actos del gobernador”.
Justo en ese momento, mujeres policías que llegaron al evento, comenzaron a replegar a las mujeres indígenas que con garrote en mano golpeaban a diestra y siniestra, pero aun así, encabezados por Julio César Alvarez de los Santos y otro sujeto de nombre Antonio Castellanos Hernández, fueron replegados hacia el Centro administrativo, donde se desató una segunda trifulca con policías varones que las replegaron formando una valla, y es ahí donde comienza la filmación del video que fue subido a You Tube, con fines aviesos de hacer ver a los policías estatales como verdaderos represores.
Luego vendría un tercer zarrafancho cuando se da la orden de detener a Julio César Alvarez que se escudaba entre las mujeres, ahí en el video, efectivamente se observa como un policía patea a una mujer indígena y como las demás mujeres para evitar que se lleven a Julio, jalonean y golpean a los policías que responden a la agresión generándose un caos, porque incluso, los uniformados bajan a golpes al conductor de una combi porque supuestamente los estaba filmando, mientras otras personas que también grababan en sus celulares fueron perseguidos para despojarlos de sus teléfonos, generándose una vderdadera trifulca, mientras que se observa como llevaban arrastrado y subían a la batea de una patrulla a Julio César, y que en el momento que arrancaba la unidad móvil otras mujeres habrían la puerta de la cabina del lado del copiloto para intentar bajar al uniformado que se defendió a puñetazos y patadas.
Si bien es cierto que todos los ciudadanos tenemos el libre derecho de manifestarnos públicamente en forma pacífica, y el libre derecho a la libertad de expresión,  y que efectivamente exista la obligación de las autoridades de atender a la ciudadanía, de escuchar sus planteamientos y de resolverlos en la medida de sus posibilidades, también existen obligaciones que debe observar un ciudadano como el de respetar a la propia autoridad, no insultarlo, el hecho de que Julio César Alvarez de los Santos utilizando como carne de cañón a mujeres indígenas haya interrumpido en forma violenta, con insultos, con improperios  un evento oficial donde estaba el gobernador, es un acto que debe ser castigado, porque provocó la violencia que desencadenó más violencia, que llevó a que las mujeres indígenas fueran golpeadas, pero si actuamos en la justa medida de la imparcialidad informativa hay que observar el video donde las mujeres indígenas y Julio César Alvarez, irrumpen violentamente en un evento oficial, increpan groseramente al gobernador, no sin antes  golpear a su paso con los garrotes que portaban a varias personas, incluso, nuestro colega, Manuel García Javier, narra que fue violentamente empujado por las mujeres porque

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